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sábado, 20 de noviembre de 2010

La cautiva

fotografía de Laura Rivera


En la vereda ha echado raíces una fotógrafa,  pequeña y con flequillo.  Debe creer que es invisible porque los otros pasan junto a ella y no se mueve.  Hacía mucho tiempo que nadie se detenía frente a esta  casa.   A veces las señales tienen rostros inocentes. 
Debe creer que nadie la observa,   coloca su cabeza hacia un lado y otro antes del clic.  Un rayo de luz azulino logró traspasar la barrera metálica de la celosía.  Y mi rostro descuidado queda colgado detrás de la oscuridad y en un rincón de su fotografía. 
Entre los líquidos mágicos de su estudio emergerá mi rostro humano y la sorprenderá.  Ya no puedo preocuparme más.  Tal vez la guirnalda de flores  me ayude y me oculte a su mirada sagaz.
Comienza a amanecer.  Dejo encendido el bullicio en la ventana somnolienta.  Dejo manchado de rímel el recuerdo de nuestra vida.  Y la huella de café con canela va abriendo un abismo por donde regresa una caricia.  Esa niña ha vuelto.

4 comentarios:

Laura Rivera dijo...

Me encanta, Marisa!! gracias!!! me alegra tanto saber que algunas de mis fotos llegan a generar historias como estas tan sensibles que vos escribís... mil gracias!!
Un beso

Hernán Schillagi dijo...

Marisa: yo me vuelvo narrador y vos "te me ponés poeta", jaja.

Muy interesante en cuanto a imágenes visuales y cómo el personaje de la fotógra es invisible para la historia, pero emerge firme para los lectores. Muy hermoso.

Esto puede ser un problema mío de comprensión, pero es un poco críptica la última estrofa/párrafo. Al referirte a "esa niña" no le encuentro bien el referente. Si es la pequeña fotógrafa, sería raro que pueda revelar fotos (pensé que era una mujer menuda), y si es la fotografiada no le encuentro relación.

Igual, explicar lo metafórico es matar el texto. Me quedaré con una bella intriga: la de saber que el recuerdo lo puede todo.

Marisa Perez Alonso dijo...

¡Hola Laura!
Tus fotos son una inspiración. Realmente van dándole ritmo a la novela. Pero esta novela creo que va a llevarme mucho tiempo más del habitual ya que es como un rompecabezas el armado.
Seguí publicando fotos que me ayudan y si algún día está terminada la novela, te la mando para que la apruebes o rechaces.
Gracias.
Un abrazo.

Marisa Perez Alonso dijo...

Hola, Hola poeta.
No te equivoques, yo nunca seré poeta, es algo muy grande y maravilloso para mí. Pero, sin embargo, una forma de crear el misterio es dejar deslizar pequeñas señas. En la novela, esta fotógrafa no ha perdido la memoria, pero no sabe que fue testigo de algunos sucesos que le interesan al coleccionista. Esa niña tiene una cámara, pero tiene una clave también. La clave es su propia visión (inocente y curiosa)aunque sea una mujer ya, y además, como ella no sale en las fotografías, no puede rastreársela, es invisible.
Lo que acabo de exolicarte vendrá en el próximo texto. Tu mirada perpleja y astuta me estimula a seguir esta historia que está volviéndose compleja. Pero me fascina.
Un abrazo.