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sábado, 13 de octubre de 2012

La promesa






Escribir Juan de este mundo fue muy lindo,  fue un juego.  Hacía mucho tiempo que pensaba en las palabras con las que contaría la historia y un día comenzaron a bailar frente a mi propia nariz.  Hice un mapa de la novela en la que incluí todos los rincones y fue así que diagramé las historias de Juan y de Margarita por separado.  Luego se encontraban a mitad de la novela como el moño de los zapatos,  se mezclaban y volvían a seguir cada uno en su propio libro. 

Hoy estoy escribiendo el libro de Margarita que danza a mi alrededor.  Todavía no sé cómo se llamará,  pero es una alegría cada viernes y sábado que tengo un momento para escuchar las historias que me cuenta esta mujer diminuta que estaba adentro de un enorme abrigo rojo,  adentro de un vagón de tren,  adentro del corazón de Juan. 


2 comentarios:

Hernán Schillagi dijo...

Marisa: hermosas tus palabras y cuán auspiciosas para los que leímos "Juan de este mundo". Debo confesar que, además de encantarme la novela, me quedé con ganas de mayor desarrollo de las historia. Saber que Margarita no seguirá visitando ya me alegró el corazón de lector.

Marisa Perez Alonso dijo...

Gracias, Hernán.
Escribir es y ha sido para mí un disfrute enorme y un juego secreto entre los que leemos. Por suerte Margarita me va dejando sus huellas sobre el blanco del papel como si fueran hormigas negras que me obligan a seguirlas.