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sábado, 1 de diciembre de 2012

La lluvia desnudó tu nombre.




Brilla la ciudad a través de los ojos nostágicos del amante.  Se ilumina y se deja llevar por el recuerdo.  Invoca los pasos de la amada que lo sorprende con sus besos mojados y antes de la despedida escribe su nombre en el vidrio de la ventana transpirada para recordarse.

La eternidad se suaviza con los besos.

Ella le regala en el vidrio llovido su verdadero nombre para que la posea para siempre,  como una marca del último suspiro,  como un amor invisible que le pide su aliento.

La lluvia le borra las máscaras y la deja despojada y primigenia en la transparencia de la ventana.


2 comentarios:

Hernán Schillagi dijo...

¡Marisa! Hermoso texto. Veo que las lluvias y los nombres en las ventanas han invadido nuestros blogs, jaja.

Muy lograda la frase: "La eternidad se suaviza con los besos". Precisa, contundente y pone la piel de gallina. Funciona como un eje para las aspas que forman los demás párrafos.

Una cosa: busqué "invible" en varios diccionarios y no existe como dice su amiga en facebook. ¿Quiso decir "invisible" o "inviable"?

Como decía Spinetta en una canción: "La lluvia borra la maldad/ y lava todas las heridas del alma".

Un abrazo empapado de tinta.

Marisa Perez Alonso dijo...

Mire poeta esa equivocación (debería decir "invisible") ya la corregí. Pero, después de todo, reveló que todavía hay algunos lectores de este blog.
Por otro lado, este cuento es hijo y deudor de su poema. Primero en forma espontánea, luego pasado por el tamiz de la corrección. Esta es la parte de la lluvia que no bajonea. Algún día podré escribir poemas tan bellos como los suyos y ese día, posiblemente no seré poeta, seré feliz.